domingo, 22 de abril de 2012

Los átomos en el olvido

A medida que pasaron los años, las teorías pensadas por los distintos filósofos y el poeta romano Lucrecio, como bien lo explica en su libro De Rerum Natura, dando así lugar a los distintos pensamientos de la Edad Media. Algunos son el teocentrismo y el antropocentrismo. El primero significa que Dios es el centro del Universo,  la otra, afirma que el hombre es el centro del Universo, y con ella nació el humanismo. 

Teocentrismo:

El teocentrismo (del latín, teo- significa Dios) es la doctrina según la cual Dios es el centro del Universo, todo fue creado por Él, es dirigido por Él y no existe ninguna razón más que el deseo de Dios sobre la voluntad humana.
El teocentrismo abarca todo lo que existe, incluso la razón científica, ya que todo lo explica por la voluntad divina y mística de Dios.Fue la corriente que predominó en la Edad Media y que más tarde se convirtió en antropocentrismo (el hombre es el centro del universo).
Fue un concepto central en el pensamiento de principios de la era cristiana y la Edad Media hasta el periodo del Renacimiento, a partir de cuando se empezó a concebir a Dios como un factor pero no como causa única del mundo.

Antropocentrismo:



El antropocentrismo es la doctrina que, en el plano de la epistemología sitúa al ser humano como medida de todas las cosas, y el de la ética defiende que los intereses de los seres humanos es aquello que debe recibir atención moral por encima de cualquier otra cosa. Así la naturaleza humana, su condición y su bienestar -entendidos como distintos y peculiares en relación a otros seres vivos- serían los únicos principios de juicio según los que deben evaluarse los demás seres y en general la organización del mundo en su conjunto. Igualmente, cualquier preocupación moral por cualquier otro ser debe ser subordinada a la que se debe manifestar por los seres humanos. El antropocentrismo surge a principios del siglo XVI, entrando ya a la Edad Moderna, y reemplaza al teocentrismo.
El término ha sido aplicado en modos distintos. Por una parte, ha sido empleado en la historiografía, en la cual es un lugar común calificar de antropocéntrico a la cultura renacentista y moderna, en contraposición con el pretendido teocentrismo del Medioevo. La transición de la cultura medieval a la moderna se concibe con frecuencia como un tránsito de una perspectiva filosófica y cultural centrada en el Dios judeocristiano a una centrada en el hombre— aunque este modelo ha sido reiteradamente cuestionado por numerosos autores que han intentado mostrar la continuidad entre la perspectiva medieval y la renacentista.

jueves, 19 de abril de 2012

Demócrito y los átomos


Demócrito
Los átomos viven eternamente, sólo abandonan  
el cuerpo que ha dejado de existir y se transforman en otra alma viviente.


Demócrito era un filósofo griego del siglo V. a. de C., conocido por su sabiduría y también porque estaba siempre contento.
El comportamiento de la gente le provocaba risa por lo contradictorio y errático de sus actitudes y porque no se daban cuenta que ello era la causa de sus sufrimentos.
Por el contrario a Heráclito, la forma de ser de la mayoría lo sumía en la más profunda tristeza.
Sólo se conserva una pequeña porción de su aporte, relevante principalmente porque por primera vez menciona la palabra griega “átomo” para designar al sustrato elemental de todo lo que existe.
Estos átomos, son eternos e indestructibles y se diferencian solamente por sus dimensiones, estructura y desplazamiento, anticipándose con este razonamiento con sorprendente exactitud, a los descubrimientos científicos del siglo XX.
Hasta principios del siglo XX se creyó que el átomo era indivisible, pero con el descubrimiento de los electrones y el núcleo formado de electrones, protones y neutrones, se descartó dicha convicción, llegándose a creer que no existiría un elemento esencial a toda la materia sino que la división en elementos cada vez más pequeños sería infinita.
Ahora se sabe que el átomo, tiene un núcleo compuesto de protones y de neutrones y que la mayor parte del volumen de un átomo consiste en electrones.
Demócrito propone la existencia en la realidad de la materia y el espacio. Este espacio no significa la nada sino que implica algo imprescindible para hacer posible el desplazamiento de los objetos.
Con respecto al movimiento, existen posturas interesantes, como la de Zenón de Elea(siglo V.a. de C.) que sostienen que en realidad el movimiento no existe.
Según la teoría de Einstein el tiempo es una construcción mental humana, por lo tanto, puede que el espacio tampoco exista. Si no existe el tiempo tampoco el espacio, porque el espacio y el tiempo son una unidad, por lo tanto, sería imposible la existencia del movimiento.
Sin espacio el movimiento sería sólo cambio y una ilusión de los sentidos, como lo es por ejemplo el cine que nos muestra a personas que se mueven pero que en realidad son la proyección de una sucesión de imágenes fijas que cambian a tal velocidad que producen la sensación de movimiento.
Zenón de Elea (siglo V.a. de C.) no aceptaba la idea de la existencia del espacio, porque si el Ser está en un espacio, éste a su vez tiene que estar contenido en otro espacio y así hasta el infinito.
Pero según Demócrito, con respecto al movimiento, el desplazamiento de estas unidades indivisibles es permanente como las mismas cosas y ese movimiento es natural.
Según él, este desplazamiento se produce en línea recta y al colisionar entre si se concentran dando forma de esta manera a todas las cosas.
En virtud de esta concepción, cuando un cuerpo muere se desintegra pero los átomos sobreviven y se reorganizan de otro modo.
La teoría de Demócrito esencialmente coincide con la postura actual sobre la existencia de un componente último que aún no se ha podido detectar.
La naturaleza está efectivamente compuesta por átomos que se unen y que se vuelven a separar; de modo que un átomo que está en el núcleo de una célula de mi mano pudo haber pertenecido alguna vez al cuello de una jirafa.
Definitivamente este pensador no creía en poderes sobrenaturales ni concebía un plan primordial, sólo creía en los principios naturales, intrínsecos a todo lo que existe.
Se imaginaba que hasta el espíritu tenía su componente último, algo diferente pero con el mismo significado, transformarse al dejar de existir en otra cosa.
Demócrito había encontrado una salida a la cuestión de la necesidad de la existencia de un elemento esencial y del cambio.

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by AN News